Los últimos estudios para investigar por qué las abejas se están muriendo implican el seguimiento de estos pequeños insectos, pero ¿cómo s...
El número de abejas ha estado cayendo dramáticamente y los científicos están intentando entender por qué.
Las abejas de todo tipo -hay cientos de ellos- desempeñan un papel crucial en la vida del campo y una tercera parte de lo que comemos depende de la polinización que ellas llevan a cabo. Estudiar el comportamiento de estos complejos insectos es clave para descubrir qué está pasando, pero también es un gran desafío.
Una abeja puede visitar varios miles de flores en un día y volar varios kilómetros, ¿cómo seguirle la pista?
Los científicos están utilizando la tecnología del radar armónico. Un transmisor de radar emite una señal para que la reciba que una diminuta antena pegada en el tórax de una abeja de miel. Un pequeño diodo en el centro de la antena cambia la longitud de onda para que pueda ser detectada y seguida.
La nueva señal es única. No hay ninguna otra fuente en el medio ambiente, así que los científicos saben que la está emitiendo la abeja marcada. Una estación de rastreo de radar portátil se utiliza para transmitir la señal y reunir la información enviada de vuelta.
Cada antena se le pega a las abejas a mano.
La abeja es capturada colocando un tubo de plástico largo a la entrada de una colmena.
Luego, se le pega un pequeño disco plástico que tiene un número de identificación en el tórax con adhesivo de doble cara fuerte. Más tarde, se pone la antena en el disco, usando pegamento.
La antena se extrae cuando la abeja vuelve.
La señal enviada desde el insecto etiquetado se ve como un punto en movimiento similar a los que se ven en la pantalla de radar de los barcos.
Muestra con precisión cuán lejos está la abeja y en qué dirección vuela. Un programa informático reconstruye la trayectoria de vuelo.
“Esto puede superponerse sobre los mapas de la zona para mostrar con precisión por dónde voló el insecto y las características del paisaje de esa zona”, le dice a la BBC Jason Chapman, entomólogo del centro de investigación agrícola Rothamsted Research en Inglaterra.
EL PESO DE LA CARGA
La tecnología fue desarrollada originalmente para el estudio de la mosca tsé-tsé en África, que propaga la enfermedad potencialmente fatal. La antena era demasiado grande para las moscas pero funciona bien con las abejas porque su tamaño es mayor.
Es casi tan larga como una abeja melífera, pero los expertos explican que no es un problema pues el insecto ha evolucionado durante millones de años para llevar cargas pesadas, incluyendo las masas de polen de casi la mitad de su peso corporal.
“La antena sólo pesa una décima parte de su peso corporal y para ellas es muy fácil llevarlo”, asegura Chapman. “Además, como están acostumbradas a llevar cargas pesadas, no afecta su patrón de vuelo de ninguna forma”.
La desventaja del sistema es que sólo se puede rastrear una abeja al tiempo pues las señales podrían mezclarse. Eso hace que la investigación sea muy lenta.
“Nuestro plan a largo plazo es desarrollar la próxima generación de radares armónicos que será capaz de rastrear a más de una abeja al tiempo”, dice Chapman.
A DÓNDE VAN LAS ABEJAS
A pesar de la labor que implica, el sistema se está utilizando actualmente en dos proyectos de investigación importantes.
Los científicos en la Universidad Libre de Berlín usan el radar armónico para ver si los neonicotinoides -uno de los insecticidas más usados en el mundo, que actúan sobre el sistema nervioso central de los insectos- afectan la navegación de una abeja.
“Las abejas de miel tienen una habilidad increíble para navegar”, señala el neurobiólogo de insectos Randolf Menzel, quien dirige la investigación. “Este tipo de proceso cognitivo requiere del orden más alto de procesamiento neuronal en este pequeño cerebro. Eso significa que todo lo que interfiere con ese fino proceso debe tener un alto impacto”.
Se ha demostrado que la exposición a los pesticidas neonicotinoides afecta la capacidad de las abejas para navegar. En una prueba realizada por el profesor Randolf Mendel, dos abejas fueron capturadas y equipadas con transmisores de radio. Una de las abejas fue expuesta a neonicotinoide. Cuando ambas fueron liberadas, a cierta distancia del sitio de captura, la abeja expuesta fue incapaz de encontrar su camino de regreso a la colmena.
Entre tanto, los científicos de Rothamsted están utilizando la tecnología para estudiar la trayectoria de vuelo de las abejas infectadas por un virus transmitido por el destructivo ácaro varroa. El pequeño parásito ha llevado a la propagación de algunos de los virus más contagiosos y ampliamente distribuidos en el planeta, matando a gran número de abejas.